El recuerdo de Antonio Mercero Juldain merece mucho más que el de la creación de un amable personaje televisivo de nuestra infancia (para nosotros, los editores eternamente jóvenes). Preferimos recordarlo por lo fantástico en su obra crítica a la España de Franco que funcionó como un proceso subversivo de crítica y que permitiría atravesar la censura imperante. Así como queda reflejado en el capítulo Historias para pensar: la obra fantástica de Narciso Ibáñez Serrador y Antonio Mercero como crítica al franquismo, de Fernando Gabriel Pagnoni, Patricia Vázquez y Juan Ignacio Juvé. Publicado en el libro colectivo Dolor, represión y censura política en la cultura del siglo XX. (Libargo)
En mediometrajes como La Cabina (1972) o Manchas de sangre en un coche nuevo (1975) está presente la línea de films fantásticos, los cuales presentan una sociedad en la cual el «no te metas» y el mirar hacia otro lado da forma a la cotidianeidad. De hecho, El asfalto y La Cabina pueden leerse como films especulares que comparten tematología común. Ambos presentan a hombres normales atrapados por circunstancias extrañas rodeados por personas indiferentes a sus sufrimientos personales. Estas situaciones denuncian la «political demobilization and social conformism» de la época.
«Si la noción de «cine de autor» se basa, en parte, sobre la reiteración de ideas a través de un corpus de films, entonces claramente encontramos en ambos, Antonio Mercero y Narciso Ibáñez Serrador, claras marcas autorales que les permiten ingresar, por sus riesgosas intervenciones cinematográficas, al panteón del arte. Ambos directores fueron artistas quienes, con su obra, plantearon una posición clara frente a la realidad dictatorial que encerraba España dentro del oscurantismo.»
Mercero logró canalizar la angustia cotidiana de los ciudadanos bajo la opresión de la dictadura y es hora de que se le reconozca no solo su arte y sus personajes populares en nuestro recuerdo, sino también su valentía.